Este artículo fue presentado como conferencia magistral en el Congreso Mundial de Gerontología celebrado en Hamburgo, Alemania en 1981. Posteriormente fue publicado en la Revista Española de Geriatría y Gerontología y ganó el Premio Beltrán Báguena al mejor artículo publicado en el año de 1982 que fue otorgado en Madrid por el Rey Juan Carlos.
GERONTOLOGÍA Rev. Esp. Geriatr. y Gerontol., 17: 2 (95-102), 1982
La vejez en los grupos indígenas marginados de América*
Por el doctor Joaquín González Aragón * *
*Aportación al Congreso Internacional de Gerontología de Hamburgo, julio 1981.
**Vicepresidente de la Sociedad Mexicana de Geriatría.
RESUMEN. Las sociedades tradicionales latinoamericanas son los grupos indígenas que conservan las mismas costumbres que antes de la conquista (1600) y se han conservado inalteradas más que en otros continentes (1500). Los sistemas de apoyo al viejo son totalmente del tipo informal y se considera que un 90 por 100 de los viejos viven en el seno familiar con rol y status definido, contribuyendo al desarrollo agropecuario del país, aunque son los grupos más pobres y menos favorecidos. En 1978 había 28 millones de indígenas americanos, que se dividen en tres grupos.
INTRODUCCIÓN
En Latinoamérica se encuentran mezclados en un crisol de razas toda una cultura indígena que hasta el siglo XVI no tuvo ninguna relación con el Occidente y de cuya interacción ha surgido una nueva raza que comparte el «desarrollo» como fenómeno económico, político y social.
Sin embargo, una de sus consecuencias más importantes es que los grupos indígenas originales han logrado subsistir hasta nuestros días conservando prácticamente íntegras sus características ancestrales, lo que les ha convertido en grupos marginales, y no sólo eso, sino en los más pobres y explotados de esos grupos, aunque en algunos países conserven aún una mayoría relativa, como se verá en las siguientes gráficas.
En estos grupos el viejo aún conserva su rol y status tradicional, que cada día se ve más afectado por la educación, modernización, desarrollo económico y, sobre todo, por la migración de los jóvenes hacia las ciudades, que están dejando a los niños y los viejos en las comunidades indígenas. Esto hace resaltar un hecho indiscutible de las poblaciones indígenas latinoamericanas: la producción agropecuaria rural es fundamentalmente indígena y está siendo abandonada en manos de los viejos, que aun usando sistemas rudimentarios producen los alimentos para todo el país, siendo mal retribuidos y poco apreciados sus esfuerzos. Los jóvenes, en su afán por elevar su estándar de vida y conforme adquieren mayores medios de captación, se sienten poco atraídos para cultivar la tierra y aquellos que envejecen fuera de las comunidades originales tampoco regresan, y esto, si no es valorado oportunamente por los Gobiernos, es una de las causas contribuyentes a las crisis de falta de alimentos que cada día se hacen más patentes en todo el mundo.
I. AMBIENTE SOCIAL Y MIGRACIÓN RURAL
El indígena como factor de desarrollo
La gran mayoría de la población indígena es rural (80 por 100) y comparten con un sector no indígena la condición de campesinos; esto lo convierte en factor de producción agrícola y ganadero, así como de fuerza de trabajo y mano de obra no especializada barata. Al ser campesino comparte condiciones de marginalidad, incapacidad de ejercer poder político y ocupar las escaleras más bajas de los sistemas de estratificación social.
Un 20 por 100 de la población indígena es urbana, es uno de los grupos que establece las grandes corrientes migratorias; la migración logra o que se adapten y se integren a las condiciones nacionales (fácilmente en el caso de los jóvenes y muy difícil en el caso de los viejos, que no encuentran el sitio adecuado) o que se reafirmen a nivel nacional como cultura diferente (que es el caso de nuestros viejos), con el consiguiente choque generacional y con una desintegración social y cultural sin que desaparezca la población como tal, que, contrariamente a lo que pensamos que los indígenas procesan en extinción, el aumento demográfico compensa a los grupos que están en decadencia.
La pobreza como rasgo característico
Este es el problema de nuestros países: cada día es más notable la brecha entre grupos rurales y los promedios de bienestar económico y social productos del desarrollo económico industrial.
En estadísticas de la CEPAL, en México la población rural indígena es del 35 por 100 del total y la población por debajo de la línea de la pobreza es el 49 por 100. En el grupo de los viejos nos llama la atención que los altos índices de mortalidad infantil y también a todas las edades como consecuencia de la pobreza produce ancianos seleccionados por las más estrictas leyes de selección natural; famosos los ejemplos de longevidad latinoamericana en México, Solivia y Ecuador, longevidad comparable a la de Europa en la Edad Media y que hacía a estos viejos dueños de una gran sabiduría y respeto, que acumulaban a través de muchos años de ver morir a sus congenies.
La migración indígena, fenómeno natural
Las corrientes migratorias son consecuencias de la pobreza, de la falta de tierra, de la urbanización, la colonización, la educación y la industrialización, es decir, del desarrollo económico; de ellos, muy pocos regresan aun en la vejez y menos aún con la riqueza o la cultura para diseminarla en su región.
Este fenómeno migratorio es el más importante y el que mayor atención requiere para entender las condiciones de los indígenas; salen de la comunidad por falta de tierra y de trabajo y es el comienzo de un dinámico progreso que rompe una serie de tradiciones sociales que obliga a aceptar nuevos tipos de conducta, formas de organizar y que, como ya mencionamos, si se manejara en forma adecuada por los Gobiernos reafirmaría su identidad y los convertiría en factor de desarrollo, de otro modo, o los convertirá en nubes desintegradas social y culturalmente, verdaderos focos de problemas. En esta vorágine de cambios sociales el actual viejo latinoamericano es espectador pasivo en una sociedad que, aunque cada día Tías mermada, lo cuida en la familia y la comunidad. Un 90 por 100 de los viejos vive en el seno de las familias rurales y de éstos sólo un 1 por 100 es totalmente desamparado como para buscar la protección de los asilos o de la asistencia pública o religiosa; los Gobiernos no se preocuparán por los viejos y los consideran un problema de poca importancia que no merece prioridad ante otros más apremiantes; sin embargo, ¿cuál será la situación de los ahora jóvenes para fines de este siglo, en que no se reafirma su papel como factores de producción y de desarrollo económico? Pasar a ser, dentro de los ya pobres grupos marginados indígenas, el sector de los viejos será el más pobre de todos.
II. CARACTERÍSTICAS CRUPALES
División de los indígenas
De acuerdo con los criterios del Centro Indigenista Interamericano, la gran variedad de situaciones sociales indígenas se pueden resumir en tres:
1. Grupos campesinos.
2. Grupos tribales.
3. Grupos urbanos.
1. En los grupos campesinos la población indígena es mayoritaria (México, Guatemala, Perú, Ecuador y Solivia son ejemplos claros) y la población mantiene mecanismos sociales comunales que aseguran una vida colectiva semiautónoma, semiaislada y que permite mantener tradiciones ancestrales, aunque se ve afectada por los progresos sociales y políticos. Este es el típico ejemplo que mencionamos de sector pro-ductivo agropecuario y de mano de obra eventual. El mantenimiento y el costo de la vida es barato, ya que hacen economía de subsistencia; su remuneración es más baja y son reservas de mano de obra que los países deben aprovechar.
Su problema es la escasez de tierra y la venta de su producción; por eso defienden las tierras y el modo de cultivarlas contra intereses comerciales del Gobierno y grupos transnacionales.
La tierra es generalmente comunal, pero desigual, encontrándose diferencias de poder marcadas. Afortunadamente, el servilismo, la esclavitud y la tierra en manos de un propietario ha disminuido, aunque la explotación y la tierra en manos de terratenientes y de extranjeros son características en la mayor parte de Latinoamérica.
El aumento demográfico de este sector, pero los recursos agropecuarios más escasos y caros, los ha empobrecido más aún y la fuerte ola migratoria los afecta sustancialmente. En este grupo es donde el viejo aún está preservado por la familia y la comunidad.
2. Los grupos tribales se encuentran casi exclusivamente en las zonas tropicales del Continente, especialmente la cuenca amazónica; muchas tribus han desaparecido conforme la civilización avanza, ya sea exterminadas o incorporadas a la sociedad.
La ecología los protegía, pero el aislamiento en la vida seminómada, así como las diferencias lingüísticas, la disminución de recursos vegetales y animales los acaban.
Los viejos encuentran también su rol y status; son los jefes quienes tienen mayor función en cuanto a relaciones intertribales y las chamines o líderes religiosos. Son los amos de las grandes reuniones ceremoniales. En las tribus se practica la artesanía, el cultivo, caza, pesca y la mujer prepara la comida y el cuidado de los niños.
Este primitivismo, ideal para algunos, es modificado por los intentos civilizatorios de las entidades religiosas gubernamentales y filantrópicas. La realidad es que no viven en condiciones ideales y la explotación de que son víctimas, así como su deseo de aislamiento, los segrega y los obliga a ubicarse en territorios no favorables para sobrevivir o bien aceptar la población colonizadora dentro de su medio.
3. Los grupos urbanos. Se ha discutido si se emigra por expulsión del medio rural o por los atractivos reales o imaginarios de las ciudades. El hecho es que las metrópolis latinoamericanas son las que tienen las tasas de crecimiento más rápidas del mundo y el grueso es la población indígena campesina del medio rural.
Debido a que no es posible un crecimiento de infraestructura de vivienda, sanitaria, transporte, etcétera, acorde a las tasas, estos grupos se ven obligados a vivir en áreas marginadas: barriadas (Perú), callampas (Chile), favelas (Brasil), ciudades perdidas (México), donde carecen de los servicios básicos de vivienda, salud, electricidad y se convierten en trabajadores no calificados, rompiendo de la articulación socioeconómica que los ligaba a la producción agropecuaria y al desarrollo del país, además de que pasan a formar parte del escalón más bajo de la estratificación social de las ciudades por su inadaptación total. Se decía que la ciudad así funcionaba como mecanismo de integración social al brindar a través del esfuerzo personal la posibilidad de ascender en la escala social, lo cual no es enteramente correcto y, en cambio, se convierten en problemas para las urbes, ya que les solicitan atención a sus necesidades; por otro lado, lo masivo de la migración amplifica el problema. La personalidad cambia y la integración se rompe, ya que el enfrentamiento competitivo hace que se separen miembros de una misma comunidad e incluso se rompa la integridad familiar. En esos grupos el viejo emigrado a las comunidades urbanas es el más desafortunado de los emigrantes por su falta de productividad y porque no hay infraestructura ni acomodo para sostenerlo. Los viejos migran poco, en efecto, y los que lo hacen regresan más a su tierra, conservando vínculos con el migrado que vuelve a visitar a la familia o las fiestas locales. Es un hecho comprobado con la comunicación entre campo y ciudad; es mayor (transporte, teléfono, etc.), aunque implica gastos extraordinarios que muchas veces el migrado no desea ni puede hacer. Este movimiento migratorio debe perder las características negativas: cuando sea el medio para forjar una nueva identidad propia y comparable con las nuevas condiciones tanto del país como la suya propia.
Es el momento de dejar de pensar en civilizar a los indígenas, sino tomar en cuenta sus intereses, procesos y capacidades para asegurar su papel en el progreso nacional, y entre ellos los viejos, grandes maestros de la agricultura y artesanía, que desconocen el significado de la jubilación y están acostumbrados a trabajar hasta el último día de su vida, no serán jamás problema y seguirán siendo recurso natural fundamental en nuestros países.
III. DEMOGRAFÍA INDÍGENA
Con datos de la OEA y del CU consideramos que la población indígena del Continente asciende a 28,5 millones (estos datos son muy difíciles de precisar por varias razones que escapan a enumeraciones oficiales censales). Se ha duplicado en quince años y está en pujante aumento.
El 85 por 100 de los indígenas está en México, Guatemala, Ecuador, Perú, Solivia, donde representan el 30 por 100 de su población total. En los países amazónicos (Brasil, Venezuela, etc.) la proporción indígena es del 1 por 100 del total. Resto de Centroamérica, 5 por 100. En el cono Sur está el 6 por 100, y en Estados Unidos, el 7 por 100.
De este total consideramos.
Que 1.5 millones son poblaciones autosuficientes de organización tribal y hábitat tropical; 21 millones, campesinos, agricultores o trabajadores eventuales, por lo que están articulados a la economía de sus países; 5.1 millones viven en las comunidades urbanas, por lo que su vinculación a la economía es dudosa y no cuantificable, así como los problemas que causan.
Estados Unidos posee 1.568.000; Canadá, 500.000; Belice, 10.000; Guyana, 27.000; Surinam, 10.000, y el resto del Caribe, 100.000 (cuadro IV).
El cuadro IV ofrece un análisis más detallado y de acuerdo a cifras que pretenden acercarse lo más posible a la realidad.
Consideraciones demográficas comparativas resto del mundo.
Finalmente quiero referirme a Latinoamérica como arte del Tercer Mundo para mostrar su posición como Continente de la esperanza y como una de las zonas con más futuro económico.
El cuadro V analiza la población mundial total en 1970.
Tres mil seiscientos treinta millones que se espera aumenten a 6.500 en el año 2000 (1.090 a 1.453 en regiones desarrolladas y 2.541 a 5,04 en las menos desarrolladas); de ellos Latinoamérica tiene 363 y se espera aumenten a 583. Los mayores de sesenta años mundial, 290 millones pasarán a 584 millones; en Latinoamérica pasarán de 16,4 a 41,5 millones. El porcentaje de población de mayores de sesenta años tiene poca variación: de 5,1 a 7,3 en Latinoamérica, ya que las altas tasas de natalidad hacen que los viejos se noten poco.
El cuadro VI analiza la población total en 1980 y sus expectativas para el año 2000.
En los diferentes países latinoamericanos, así como las cifras totales de mayores de sesenta años y sus expectativas para el año 2000. Con muy pocas excepciones, los países duplicaron sus poblaciones en veinte años y las poblaciones de viejos (con excepción de Uruguay, Chile, Cuba, Haití y Argentina) aumentaron en un promedio del 125 por 100 (Colombia, Brasil, Venezuela y Honduras tendrán un 150 por 100).
CONCLUSIONES
a) Rurales, 80 por 100.
b) Tribales, 1 por 100.
c) Urbanos, 19 por 100.
Dentro de los sistemas sociales el indio ha ido evolucionando desde una total esclavitud en la colonia hasta lograr ciertos derechos ciudadanos propios, aunque en la actualidad aún persisten modelos coloniales basados en la explotación, marginación y actitudes negativas que convierten a los indígenas en problema social y los desligan de su papel dentro de la economía nacional.
La discriminación es más acentuada en ciertos países, por lo que los indígenas constituyen el grupo migratorio más fuerte a las áreas urbanas, en donde sufren de mayores desventajas tanto por su falta de productividad en un medio ambiente agresivo e inhóspito, especialmente para el viejo, a quien las migraciones acaban por desintegrarlo de la familia y la sociedad, que en las áreas rurales le brindaban un mayor apoyo informal. Por otro lado, los esfuerzos del Gobierno por «civilizar» las sociedades tradicionales, desconociendo el pluralismo cultural, idioma, [creencias religiosas, tradiciones, sistema de valores, constituye una de las ideas básicas equivocadas, que al romper la integración cultural priva a estos grupos marginados de un futuro económico-social y de su papel productivo en el desarrollo, en especial a los viejos, que son los que menos oportunidades tendrán al perder su rol y status tradicional. El principal factor negativo es la migración urbana, que desarticula al indígena y al viejo de los verdaderos centros de producción de alimentos de los «países en desarrollo».
Los cambios sociales desintegran física y psíquicamente tanto a jóvenes como a viejos, pero los primeros se adaptan más fácilmente, mientras que para los viejos constituye un verdadero shock que los margina y desampara, además de que origina graves conflictos generacionales. Aun así, nuestros viejos gozan de una protección informal asegurada y los verdaderos problemas serán para los jóvenes que están envejeciendo en medio de esta situación.
El hombre viejo en Latinoamérica es un trabajador de por vida en mano de obra no especializada, autoempleado, pero conoce toda clase de oficios, está malnutrido, con malas condiciones medico-sanitarias pobres y con condiciones de vida difíciles.
La mujer vieja está ligada a su hombre y a sus hijos, su trabajo es dedicado a ellos y realiza toda clase de labores, convirtiéndose en el centro de la economía familiar; sus características son su alta tasa de fecundidad y de mortalidad, su nutrición y salud poco favorables y su nula participación en los servicios públicos o en la comunidad; está marginada frente al varón en el plano social; sin embargo, resalta su papel en la socialización del niño y su gran poder de decisión a través del esposo. Si el padre es respetado, la madre es venerada y amada como símbolo familiar más en Latinoamérica que en ninguna otra región del mundo.
Los sistemas de cuidado formal para los viejos en las sociedades tradicionales son prácticamente inexistentes y son principalmente de tipo caridad por la Iglesia, grupos voluntarios y en último término por el Estado, que se justifica utilizando sus recursos para programas comunitarios prioritarios; esta situación es tolerada debido a que la familia se ocupa totalmente de sus viejos y no los abandona. Sin embargo, se nota una corriente favorable a la creación de sistemas modernos de cuidados en todo el Continente como consecuencia del mismo desarrollo médico, económico y social.
BIBLIOGRAFÍA
CELADE: Centro Latino-Americano de Demografía de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas.
KALISH, RICHARD A.: "A gerontological look at ethnicity human capacities and individual adjustement", The Geronro/og/sf, parte 2.a, págs. 78-87, Spring, 1971.
KALISH, RICHARD, y MORIWAKI, SHARON: "The world of the elderly asiam-american", Journal of Social Issues, 29: 187-209, 1973.
WORLD POPULATION TRENDS 1977. Monitoring Report, vol. I. Selec. World Demographic Indicators by Countries.
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